La peregrinación penitencial del Papa Francisco a Canadá, para pedir perdón a las comunidades indígenas que por más de un siglo sufrieron de abusos que pretendían eliminar su cultura y vieron partir a sus niños al sistema de escuelas residenciales, muchas de ella dirigidas por la iglesia Católica, y que dejaron el triste saldo de más de 4 mil niños indígenas muertos, muchos de ellos abusados, debe llamar a la reflexión.